Las dificultades que ofrecía el corte de las pequeñas piezas del mosaico de alicatado y lo lento de su manufactura, fueron las razones que llevaron a los ceramistas sevillanos de finales del siglo XV o principios del XVI a la técnica de cuerda seca, aunque como técnica cerámica data del siglo X y era sobradamente conocida en Al-Andalus.
En ésta época nacen los azulejos de cuerda seca sevillanos.
El
procedimiento consistía normalmente en dibujar sobre la pieza cocida
las líneas divisorias de los colores con una tinta grasa que impedía su
mezcla, sometiendo posteriormente la pieza a una segunda cocción. A
veces, estas líneas pintadas se reforzarían con relieve impreso por
plantilla, logrando un procedimiento mixto.
Se
imitaba el corte de las piezas del alicatado mediante delgadas lineas
perfiladas con manganeso y se rellenaban con esmaltes de colores los
espacios correspondientes entre ellas, quedando el relleno perfectamente
delimitado, formando un relieve muy bajo y semejante al esmalte llamado
por los franceses cloison.